Calma...

Cada vez que avanzo en mi 106 a la velocidad que corresponde aparece un enajena’o prendiéndome las luces altas en el carril de atrás, o tocando la bocina, gesticulando, maldiciendo.
“ Conce se está pareciendo a Santiago” pienso.
En Santiago me prometí no usar la bocina sino para evitar pitearme a alguien o alguna inminente colisión con el afán de disminuir la horrible contaminación acústica, y prefería hacer “relampagueo” con las luces para que el gil de adelante avanzara, “menos ruidoso e igual de efectivo” – pensaba- y la verdad es que me equivocaba: es igual de molesto, no tanto por el hecho de ver el destello, sino por tener que bancarse la mala onda del conductor de atrás, lo reconozco lo hice y en Conce pensé que las cosas irían con más calma, me equivoqué otra vez.
Si porque si vas relajado un domingo al estadio, de un club de provincia, después de un rico almuerzo con tus viejos, y todo el mundo respira el mismo aire limpio, y transita por la costanera con el BioBio de compañero que apuro hay?, Pero no, aparece el maldito apurón prendiendo las malditas luces al gil que transita – esta bien, equivocadamente por la pista izquierda tal vez que no alcanzó a adelantar al camión - pero que derecho hay de estresar a los demás?
Tomen un respiro, apurados la vida no se disfruta, al igual que un buen vino.