Una noche en Catedral..

Cierta vez en Catedral 1697 Casa de Pelu, nos enfrascamos en una discusión atiborrada de Ron y de bebida cola; está vez el debate se centraba en el estado evolutivo de las generaciones de niños hacia una cultura musical a partir de las costumbres melomanas de nuestras familias.

La posición de partida era esta:

Mis padres nunca escucharon a los Stones, ni menos se escuchó en casa a Zeppelín, o a Purple, Los Who, etc etc sólo se escuchaba la Bío Bío, a lo más un disco de Alberto Cortéz.

Si bien es cierto mi entorno cultural musical era – digamos eufemísticamente – poco ponderable; aún así los amigotes del colegio, y el extraño gusto por las guitarras distorsionadas que mostré de chico me fueron acercando poco a poco al rock, aún así pasé los tiempos de barba pelusa escuchando el 101 de los depeche, la finura de los petshopboys y los Erasure; es por eso que tal vez simpatizo con el pop de miranda, que algunos de mis detractores me enrostran cada vez que saco alguna ronchita por ahí…

Aún así con las clases de guitarra folclóricas que nos hacía el compadre de la familia, cantando el ya negro de mugre de tanto manoseo y tanta cabeza chascona “Gorro de Lana”, aún así pude llegar con cierto decoro a escuchar algo de música.

“Por lo tanto”, vociferaba, “si mis hijos tienen mi punto de partida musical , heredan mi discografía y los poster roñosos de metallica y los Beatles es obvio que ellos van a tener un punto muy grande a favor”, la discusión subía de tono, Pelu afirmaba que eso no tenía relación, pues cada niño – persona partía de cero, es decir el entorno musical era un detalle….una eventualidad…osea, le contestaba a grito pela’o, “o sea que nuestros hijos pueden ser potencialmente reggeaton boys!??” …, “SI” dijo el Pelu….

Asi que al final escuchamos unos discos de Charly Parker y nos tomamos otro Varadero, …esa madrugada caminé hacia mi casa por Brasil ...mirando con desconfianza a los pendejos trasnochados y pintarrajeados...