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Vamos yo invito.
- Ok, entonces vamos – dije. Avanzamos a altas horas de la noche en el nissan sunny por la costanera, estaba de buen humor por causa de los rones de esa noche y porque iba a una nueva aventura culinaria.
- y donde queda la famosa picaita?
- Calma, que no panda el cúnico.
Me rei del viejo chiste repetido por millones de giles como el del nissan suny, y por otras miles por el mismo chapulín en la tele, que dicho sea de paso el estribillo eterno ese lo vine a entender ya viejo, que no panda ...el...
- me lleve el chanfle, reí.
Reímos.
Dejamos atrás las heladas, oscuras y fragantes tierras de chiguayante para seguir por la costanera que colinda con el gigantesco Bio Bio y el barrio marginal de Pedro de valdivia, mi curiosidad iba en aumento, y también el hambre.
- Un cigarrito ? – me dijo el auspiciador del sunny- mostrándome la cajetilla de belmont light.
- Claro.
- Abre la ventana - gruñó la gitana
A veces a ella le daban etapas en que no fumaba y fregaba al resto con sus manías, para luego volver a fumar como china en depresión, cuando sus caprichos dejaban la ruleta marcando nicotina.
El sunny seguia su marcha nocturna. Pensé que iríamos a una de esas picadas en el Puerto de Talcahuano donde venden Ajiaco de luca hasta alta horas de la madrugada, donde para entrar hay que dar la contraseña, un lugar selecto.
Sorpresa la mia cuando doblamos a la derecha en un suave peralte de la carretera y nos adentramos a la trabajolica Vega monumental, ahí empezó mi sufrimiento que continua hasta hoy, la angustia.
El manhatann, frente a mi, un local de unos 3 x 2 mts atendido por un vejete supuestamente buena onda, pelo cano y con cara de italiano del norte.
- Adelante amigo, de cual van a ser? – dijo el manhatan man.
- Hola, no se acuerda de mi? – dijo el del sunny.
- Ah si si, pase pase tome asiento- fingió el manhatan man.
Nos sentamos en la mesa y grande fue mi sorpresa cuando empecé a ver las paredes del cuartucho. Fotos y más fotos. Ilustres personajillos de la farándula de todos los tiempos se habían inmortalizado con el anfitrión vejete como muestras incólume de sus desventurados carretes por Conce.
Eso no era importante.
Mi hambre ya era una bestia incontrolable.
- si no chorrean no son manhatann amigo! Si no chorrean....- vociferaba el vejete.
- Que pasa si no chorrean? – dije a los demás
- Come y calla, sentenció Gitana.
Pedimos unos “amatar” y realmante la mezcla de carne mechada caliente (en la olla) , mayonesa casera (muy rica), palta real ( no esa mierda que ponen en el pronto), y queso hacen de este sándwich de pan francés (o batido para los santiaguinos) realmente exquisito.
Punto aparte es el maestro sanguchero, por que es como esos chinos karatecas que preparan los platos a punta de sablazos, cucharazos y cuchillazos a velocidad extrema, este es mejor, y mas rápido, una maquina de hacer manhatanes, uno se queda con la boca abierta con la habilidad de este tipo en su cocina-furgón-almacén.
- el de sombrero de cuero paga- grito de lejos un curahuilla, que se terminaba de instalar en un rincón para calentar su respectivo pan en la estufa de parafina, mientras esperaba su turno para que el maestro zen del manhatan le armara su manhatann preferido.
Al final con la guata como balón de 32 cascos partimos a buscar nuevas aventuras etílicas, pero con una sonrisa pintada en el corazón , teníamos la chance de volver donde el vejete a recargar las baterías cuando las proteinas escaseasen. Y en esta guerra del carrete hay que tener siempre una carta para echar mano.
Si no chorrean no son manhatann!.