La Senda del Perdedor

A veces pienso que la vida da algunas oportunidades, que las veo pasar sin pestañear, mientras me tomo un trago.

miércoles, diciembre 20, 2006

Unas palabras para Eduardo..


Cuando lo dejé era muy pequeño. Pero siempre fue muy travieso y un diminuto salvaje. No se de que recóndita parte viene ese afán bélico de estos peludos amigos; seguramente de sus parientes mayores..

Eduardo se agazapaba dando pasos cortitos para abalanzarse al ataque a mis manos convertidas-según Eduardo- en monstruos, lauchas, pájaros, bichos o vaya uno a saber qué en su mente gatuna.

Anoche me acordé de él..

Cuando volvía a casa de mis padres lo divisaba desde lejos, siempre escudriñaba el horizonte en lo alto del garaje, y me miraba con indeferencia algunos momentos, pero luego me saludaba en lenguaje de gato.

Su vida fue rockera y farrera, aún cuando un certero corte lo dejó sin posibilidad de continuar su legado familiar por orden del veterinario debido a sus excesos, sus peleas y sus desapariciones de hasta semanas, con todo, Eduardo haciendo caso omiso a su supuesta nueva forma exenta de su virilidad de enfrentar las cosas, continuaba con sus fechorías y fierezas con sus pares gatunos aunque ya de forma más pausada.

Hace algún tiempo que el Eduardo se fue. Increíblemente dejó un tremendo vacío cuando no estuvo más, con su mal genio, saltando a los muebles y botando las cosas sólo para llamar la atención.

Por sobre todo su compañía y su alegría.

Su final no fue digno de él, y me imagino y quiero pensar que él entendió que toda su vida fue feliz junto a mi familia conmigo incluido y que la soledad final fue sólo una parte del camino a un estado de orden y felicidad inmensa, mas todavía para un gato tan bueno como él.

Talvez me acordé porque estamos cerca de navidad y faltaba algo peludo, mal genio, y bello durmiendo debajo del arbolito o botando ahora las piezas de yeso del pesebre en la casa de mis padres cuando fui por la tarde...